Un mejor comportamiento ambiental, todavía

El compromiso por la Sostenibilidad es una norma en la industria del cemento de Cataluña. Lo es por la concienciación de los profesionales que trabajan en ella, por el arraigo al territorio de las empresas (algunas, con más de cien años de funcionamiento) y, naturalmente, por la capacidad de innovación de un sector especializado en la recuperación material y energética de residuos.

De hecho, ser sostenibles va más allá de nuestra vocación, y se convierte en un mandato imperativo para unas empresas como las nuestras que han visto como la recuperación económica general -más de 6 años de crecimiento del PIB ininterrumpido- no se ha traducido en una mejoría de nuestros balances. Mientras que la riqueza del país ya ha superado los niveles previos al estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008, los resultados de la industria del cemento siguen bajo mínimos, con un consumo interior de poco más de 2 millones de toneladas anuales. Un consumo tan bajo como hace 50 años que no veíamos. En esta coyuntura, el aprovechamiento de cada recurso y el no desperdicio de ningún medio son obligatorios.

Somos, pues, sostenibles por vocación, por convicción y por necesidad. En la práctica, esto se traduce en una constante inversión en mejoras y equipamientos medioambientales en nuestras fábricas, que superan los 200 M€ en los últimos 30 años. También porla adopción de los principios de la Economía Circular, que permiten ahorrar materias primas y evitan el consumo de combustibles fósiles, más contaminantes.

A lo largo de 2019 hemos dado aún más pasos en este sentido. Cabe destacar nuestra excelencia en la gestión medioambiental, que se ha traducido en que los resultados de las 18 inspecciones realizadas en el período 2014-2018 no han presentado ni un solo incumplimiento relevante durante el período. Y eso que en una fábrica tipo llegan a controlar hasta 150 potenciales puntos de medida. Las inspecciones ambientales abarcan ámbitos como el consumo de agua, la energía y materias primas, la gestión de las aguas residuales, la producción de residuos y su gestión, las emisiones a la atmósfera, o la contaminación acústica y lumínica.

Y este compromiso con la protección de nuestro entorno natural y ambiental ha comenzado a proyectarse, en este 2019 del que ahora pasamos balance, en la puesta en marcha de un ambicioso plan de medidas para luchar contra la emergencia climática. Hemos empezado a elaborar una Hoja de Ruta de reducción de emisiones que pretendelograr un sector neutro en carbono en 2050 respecto de las emisiones de 1990 mediante la combinación de tecnologías convencionales y, sobre todo, de tecnologías disruptivas, muchas aún en proceso de desarrollo. Entre las primeras destaca el coprocesado (uso de energía procedente de residuos que, en otro caso, irían a parar a vertedero) y la sustitución de materias primas para materiales procedentes de otras industrias y de escombros. En cuanto a tecnologías disruptivas, hay que remarcar el secuestro y neutralización de dióxido de carbono generado durante el proceso de descarbonatación de la piedra caliza en la fabricación de clínker.

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