Sin recuperación del mercado doméstico y con gran aumento de costes energéticos
2022 era esperado como el año de la recuperación económica tras los estragos causados por la pandemia del Covid-19 en los dos ejercicios anteriores. Sin embargo, para el sector cementero catalán, el balance final es claramente inferior a las expectativas creadas. Pero lo más preocupante es que se han generado nuevas incertidumbres que amenazan la actividad de una industria que, 15 años después del estallido de la burbuja inmobiliaria, sigue bajo mínimos en términos de volumen de ventas. Y sin ninguna tendencia clara que apunte hacia lavuelta a la normalidad.
Así, y por lo que se refiere al mercado doméstico, 2022 terminó prácticamente igual que empezó, toda vez que las magnitudes de Producción, Consumo y Exportaciones se mantuvieron inalterables respecto al año anterior. De hecho, las fábricas catalanas acumulan 11 años seguidos de estancamiento envolúmenes de producción y ventas. En el año récord de 2007 la producción rozó los 10 millones de toneladas, y el consumo se encaramó hasta casi los 9 millones de toneladas. El estallido de la burbuja inmobiliaria y la drástica reducción de la inversión pública en infraestructuras trajo un hundimiento de las magnitudes, que pasaron en torno a 3 y 2 millones de toneladas respectivamente. Y en ese mismo nivel se encontraba el sector a finales de 2022. Durante este mismo período, el PIB catalán ha remontado un 20%.
El consumo anual de cemento per cápita a Cataluña está por debajo de los 300 kg, cuando la media de la Unión Europea supera los 400. Durante los últimos años, el importe de los presupuestos de obra pública en Cataluña ha sido insuficiente y siempre muy alejado de la media histórica y de las necesidades objetivas del país. En 2022 se ha producido la paradoja de que ha habido un aumento de cerca del 25% del volumen de licitaciones, pero la falta de ejecución -ya sea por los concursos desiertos o por la paralización de los proyectos debido al incremento de costes- ha mantenido en niveles bajos la actividad del sector.
La consecuencia es que el conjunto de la sociedad y de la economía se resiente: las autopistas y carreteras están a menudo colapsadas, la red ferroviaria de cercanías acumula problemas derivados de la falta de mantenimiento, siguen pendientes de hace mucho de tiempo la construcción de los accesos viarios y ferroviarios a los Puertos de Barcelona y Tarragona, el desdoblamiento de la N-340, la conversión a ancho de vía mixto del corredor ferroviario Castelló-Tarragona, la finalización de las líneas de Metro L9 y L10... Todas estas obras resultan esenciales para que Cataluña sea competitiva, pero también para la propia competitividad de la industria.
Los costes energéticos, azote para la industria
Más allá de los resultados por parte de la demanda, 2022 ha sido un ejercicio marcado por los altos costos de producción que han debido asumir las fábricas a causa del precio de la energía. Por una parte, los costes eléctricos han llegado a incrementarse un 400% en los últimos dos años. El estallido de la guerra en Ucrania a principios de año no hizo sino agravar un problema arrastrado desde 2021. Aunque en la parte final de 2022 los precios se atenuaron, sin unos costes eléctricos competitivos es imposible que nuestra industria, que durante muchos años ha liderado el mercado exportador de cemento, pueda seguir compitiendo con otros productores del arco mediterráneo que pagan mucho menos por sus suministros energéticos, como Argelia, Turquía o Egipto.
Por otro lado, la industria del cemento es intensiva en el consumo de energía y por ello volvemos a insistir en la necesidad de una mayor disponibilidad y autorización de combustibles alternativos, para reducir el consumo de combustibles fósiles (también muy caros en 2022), que a su vez refuerce el papel de las fábricas de cemento como indispensables en la eliminación de residuos y en la circularidad de la economía. El incremento de tasas para verter residuos es una medida que las administraciones públicas deben tomar cuanto antes para conseguir dichos resultados. De momento, seguimos alejados en el nivel de valorización energética de residuos respecto a los países europeos líderes medioambientalmente.
Al mismo tiempo, las empresas fabricantes de cemento mantienen su compromiso por la descarbonización, la Economía Circular y la minimización del consumo de recursos materiales y energéticos que comprometan la lucha contra el Cambio Climático, tal y como se expresa en la Hoja de ruta de la industria catalana del cemento para conseguir la neutralidad climática en 2050. Entre otras acciones, estamos intensificando el uso de biomasa y otras fuentes de energía libres, parcial o totalmente, de carbono y vamos a implantar tecnologías -todavía en desarrollo- para capturar y almacenar dióxido de carbono, que se podrá, después, utilizar en otras industrias. También vamos a reducir el consumo energético, optimizar actividades que producen emisionescomo el transporte, y mejorar la eficiencia energética de nuestros procesos industriales.