El consumo de cemento de Cataluña en septiembre ha registrado una leve caída del 0,6%, lo que conduce a que la tasa al año móvil se sitúe en el -4,3% y un volumen de 2,1 millones de toneladas. Estos datos confirman la tendencia a la estabilización del mercado catalán que, desde marzo, se mueve en este nivel consumo, frenando una caída iniciada en noviembre de 2022, cuando se habían superado largamente los 2,3 millones de toneladas anuales.

Por su parte, la producción de cemento creció un 15% en septiembre, colocando la tasa del año móvil en el -0,3% y un volumen de 3,31 millones de toneladas. También las exportaciones de cemento y clínker se mantuvieron planas en septiembre (con un 0,3% de incremento) pero todavía muestran un drástico descenso en el conjunto de los últimos 12 meses, que con sólo 1,5 millones de toneladas representan una caída del 25%.

Más allá de la coyuntura del mercado, los esfuerzos de la industria se orientan ahora a los procesos de descarbonización. De hecho, el conjunto de las empresas catalanas está trabajando en la actualización de su Hoja de Ruta con el objetivo de alcanzar la neutralidad climática en 2050. El acceso a nuevas tecnologías y metodologías de trabajo deben permitir avanzar plazos en esta lucha contra el cambio climático.

Sin embargo, Salvador Fernández Capo, presidente de Ciment Català, la patronal del sector, avisa de que “los proyectos industriales asociados a la sostenibilidad conllevan inversiones extraordinariamente elevadas” que el sector está dispuesto a realizar. Pero «la materialización de estos proyectos requiere un cambio en la dinámica y la diligencia de las administraciones públicas» a la hora de tramitar, por ejemplo, las ayudas europeas a la innovación (fondos Next Generation). Sin esa agilización, no se llegará a tiempo para afrontar ni la mitigación, ni la adaptación al cambio climático. Y se corre el riesgo, incluso, de perder el acceso a esa financiación europea.