LA CIUDAD DEL FUTURO
El hormigón es un material altamente flexible, duradero, asequible y eficiente en energía que permite abordar una amplia variedad de necesidades
Según la Comisión Europea, el 75% de la población de la UE vive en ciudades. Las tendencias demográficas sugieren que esta proporción seguirá aumentando. Esto presenta una serie de desafíos, incluyendo la necesidad de vivienda, de agua y saneamiento, suministro de energía y la infraestructura de transporte. La respuesta a estos desafíos se encuentra en una de las principales aplicaciones del cemento, el hormigón.
El hormigón es un material altamente flexible, duradero, asequible y eficiente en energía. Su capacidad para adoptar la forma del molde que lo contiene, su resistencia mecánica, su estabilidad ante el fuego o el aislamiento acústico que proporciona son algunas de sus características más apreciadas tradicionalmente, a las que se viene a sumar otra faceta no menos importante en los últimos años: su inercia térmica, que cada vez es más valorada en términos de eficiencia energética y, en definitiva, en términos de sostenibilidad. El hormigón se adapta a prácticamente cualquier forma o molde, lo que permite la libertad de diseño y variedad en las aplicaciones. El hormigón es el fundamento mismo de las «ciudades inteligentes» de la Europa del futuro.
HECHO PARA DURAR
El hormigón puede soportar choques importantes, absorber el sonido y regular las temperaturas. Los edificios de hormigón pueden tener una vida útil mínima de 50 años, pero pueden permanecer en servicio durante cientos de años, si se mantienen adecuadamente. La durabilidad y la elasticidad del hormigón lo hacen ideal para la construcción de edificios que exigen altos niveles de seguridad. Por ejemplo, las centrales nucleares y las presas hidroeléctricas están construidas casi enteramente de hormigón. Tiene propiedades para hacer frente a condiciones climáticas extremas relacionadas con el cambio climático, como el aumento del nivel del mar y las tormentas.
Por otra parte, la durabilidad del hormigón, el bajo mantenimiento y los costes y los impactos más bajos de la vida entera hacen que sea perfectamente adecuado para pavimentos de carreteras. Además de ofrecer un viaje cómodo, seguro y tranquilo, las carreteras de hormigón también contribuyen a reducir las emisiones de CO₂ de los vehículos. Por encima de todo esto, las grandes vías de tráfico realizadas con hormigón garantizan una mayor seguridad contra incendios en los túneles.
CICLO DE VIDA DE UN EDIFICIO
La sostenibilidad de un edificio debe calcularse teniendo en cuenta su ciclo de vida completo (ACV), desde la extracción de las materias primas con las que se fabrican los materiales de construcción, hasta su demolición y reciclado de sus escombros, sin olvidar el periodo de utilidad del mismo. El ACV es la única herramienta capaz de determinar la sostenibilidad de la construcción, objetivando y ponderando los parámetros de carácter energético, medioambiental, social y económico.
Los edificios construidos con hormigón permiten un ahorro energético de calefacción entre un 2% y un 5% y, cuando se combina con climatización, puede reducir la energía utilizada hasta un 50%. Este ahorro en el consumo energético representa una importante disminución de las emisiones de CO2, produciendo un ahorro neto de las emisiones al final de la vida útil del edificio.
La seguridad viene de serie con el hormigón. No requiere revestimientos especiales o selladores. El hormigón tiene propiedades de resistencia al fuego sin igual. No se quema ni se funde y conserva su estabilidad estructural a altas temperaturas. Esto, combinado con su asequibilidad, rendimiento acústico y una calidad del aire interior más saludable lo hace ideal para la construcción de hospitales, escuelas y otros edificios públicos.