El pequeño incremento del 3,1% en el consumo de cemento en Cataluña durante el mes de septiembre consolida la recuperación apuntada durante el año en curso y sitúa los volúmenes de actividad de la industria los niveles prepandemia. Así, en los 12 últimos meses, el consumo ha alcanzado una cifra de 2,17 millones de toneladas, ligeramente superior a los 2,10 millones de toneladas registrados en septiembre de 2019. También la producción de cemento gris, con 3,25 millones de toneladas, sobrepasa los 3,10 millones de hace 2 años. Por el lado negativo, caen las exportaciones (1,99 millones de toneladas frente a los 2,12 del año 2019).
La industria catalana del cemento afronta el futuro inmediato con la esperanza de que 2022 constituya el mejor ejercicio de la última década en términos de magnitud de actividad, si bien todavía muy alejado de las dimensiones estimadas como adecuadas para un país con la población y el nivel de desarrollo de Cataluña. Lo que sí está claro, sin embargo, es que será un periodo de elevadas inversiones para cumplir con los compromisos sectoriales hacia la neutralidad climática.
La Hoja de Ruta de la industria catalana del cemento prevé mejorar sus procesos y productos para priorizar los objetivos medioambientales, aumentar la eficiencia energética y contribuir a la reducción de emisiones, asumiendo como un reto el desafío para combatir el cambio climático. En este sentido, se ha fijado conseguir la neutralidad climática a lo largo de toda su cadena de valor para el año 2050, con una reducción significativa de emisiones de CO2 ya en el año 2030 que permita asegurar la senda de disminución hacia los objetivos de 2050.
Por este motivo, desde la patronal Ciment Català, el presidente Salvador Fernández Capo, reclama «el apoyo de los poderes públicos» a las diversas acciones que debe emprender el sector, tales como el uso de biomasa y otras fuentes de energía libres de carbono, la implantación de tecnologías para capturar y almacenar dióxido de carbono o la mejora de la eficiencia energética de los procesos industriales. El directivo asegura que «si las Administraciones Públicas no tienen en cuenta este esfuerzo inversor y adoptan medidas específicas de ayuda nos encontraremos con la paradoja de que algunas fábricas de aquí tendrán que cerrar mientras las de fuera, de las que se deberá importar el producto, seguirán contaminando a escala global «.