A pesar del contexto de mercado claramente negativo, la industria catalana del cemento ha puesto en marcha un ambicioso plan de medidas para luchar contra la emergencia climática con un horizonte final de reducción de un 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero para el año 2050 respecto de las 1990. Este programa de actuaciones se produce en un momento en que el mercado doméstico muestra una gran atonía (con un crecimiento de sólo un 5% en noviembre de 2019 respecto del mismo mes año anterior) y con un escenario de pérdida de competitividad en los mercados exteriores (un 46% de caída en el periodo citado), fruto del elevado precio de los derechos de CO2. Este factor graba hasta cerca de 30 € la tonelada de CO2 emitida por la industria catalana, mientras que países fuera del Mercado de Emisiones, como Turquía, no deben afrontar ningún gasto por este concepto.
La patronal Ciment Català elaborará, el próximo año, una Hoja de Ruta de reducción de emisiones que contempla alcanzar un sector bajo en carbono 2050 mediante la combinación de tecnologías convencionales y de tecnologías disruptivas. Entre las primeras destaca el co-procesado (uso de energía procedente de residuos que irían a parar a vertedero) y la sustitución de materias primas para materiales procedentes de otras industrias y de escombros. En cuanto a tecnologías disruptivas, cabe destacar el secuestro de dióxido de carbono durante el proceso de descarbonatación de la piedra caliza en la fabricación de clínker.
El compromiso del sector hacia la lucha climática es absoluto, y se explicita también a través del tercer Acuerdo Voluntario con la Generalitat, centrado en la aplicación de políticas de economía circular y el uso eficiente de los recursos. Gracias a estas actuaciones, en 2018, se ahorraron 250.000 toneladas de combustibles fósiles mediante la valorización energética de residuos y 100.000 toneladas de materias primas. Otro aspecto en el que se está avanzar es en la movilidad eléctrica dentro de las propias instalaciones industriales.
Por último, y de forma indirecta para ayudar a este programa para un sector bajo en carbono, las empresas catalanas piden que se favorezca la introducción de criterios ambientales en los pliegos de licitación de obras, como por ejemplo la declaración ambiental de los productos empleados o bien, el análisis de la durabilidad de los pavimentos.