El estancamiento en mínimos del mercado del cemento en Cataluña se mantiene a agosto de 2018, último mes con datos estimados por el Barómetro del Cemento de Oficemen. La falta de proyectos de infraestructuras y la escasa actividad de la construcción residencial han establecido la previsión en 155 mil toneladas, lo que sitúa el consumo de los últimos 12 meses en 1,9 millones de toneladas, sólo un 7,5% superior al del año anterior. Este incremento porcentual se debe poner en contexto, ya que se parte de unas cantidades extremadamente bajas de la época de la crisis económica. De hecho, si se compara el consumo actual de cemento en Cataluña con el del ejercicio de 2007, cuando alcanzó los máximos históricos, la caída es del 78%.
La situación de la industria presenta otros elementos de preocupación. La producción, por ejemplo, disminuyó un 2,5% respecto de agosto de 2017, y ha bajado de los 3 millones de toneladas anuales. La capacidad operativa de las fábricas existentes en Cataluña supera los 7 millones de toneladas al año. Esto significa que el consumo doméstico sólo utiliza el 26% de esta capacidad de producción, y que la capacidad ocupada total (consumo interior sumado a exportaciones) no llega ni al 50%.
Y es que las exportaciones son también una demostración de la pérdida de competitividad del sector. En el mes de julio se redujeron a la mitad en relación a julio de 2017, y en el conjunto del último año han disminuido un 17%, con una cantidad total de poco más de 2,1 millones de toneladas. Hace 3 años, 2 de cada 3 toneladas de cemento producidas en Cataluña exportaban; ahora sólo es 1 de cada 2.
El encarecimiento de la energía (tanto la eléctrica como la de coque de petróleo) unido al aumento del precio de los derechos de emisión de CO2 explican esta pérdida de competitividad. Una manera sencilla de recuperarla sería autorizar y poner a disposición de las fábricas más cantidad de materiales para ser valorizados energéticamente. Esta medida no sólo favorecería la industria, sino que conllevaría beneficios sociales y medioambientales, porque evitaría el vertido de residuos y ayudaría a reducir las emisiones de CO2, el gas que más contribuye al calentamiento del planeta.