Por 6º mes consecutivo, septiembre ha registrado un consumo de cemento en Cataluña negativo y un volumen de sólo 156 mil toneladas. Este dato confirma la bajada interanual, que sitúa ahora al mercado en 2,21 millones de toneladas y una reducción del 3,8% respecto a los 12 meses anteriores.

Las estadísticas acumuladas ponen de relieve la falta de inversión en la construcción de nuevas infraestructuras y el mantenimiento de las ya existentes. “Los problemas de cada día nos recuerdan que faltan intervenciones en Cercanías, que no existe mantenimiento en las autopistas desde que se han liberado los peajes, y eso que el tráfico ha llegado a aumentar un 40%, o que no se completa la construcción del Cuarto Cinturón o el corredor mediterráneo” señala como ejemplos a Salvador Fernández Capo. El presidente de la patronal Ciment Català asegura que la falta de inversión «perjudica la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos, y disminuye la competitividad del país y de sus empresas». Y sigue citando ejemplos de obras no realizadas, como la cobertura de las vías férreas en Montcada i Reixac, la construcción de los accesos al Puerto de Barcelona o el desdoblamiento de la R3, recién iniciado sólo en el tramo entre Parets del Vallès y La Garriga.

Esta negativa situación del mercado doméstico ha quedado parcialmente compensada por el aumento interanual de un 8,5% de las exportaciones (1,91 millones de toneladas), lo que ha mantenido prácticamente plana la producción de cemento en los últimos 12 meses. En cualquier caso, todo esto coincide con un momento en que la industria debe realizar un esfuerzo financiero extra por su compromiso, inalterable y firme, en la reducción de la huella en carbono de su actividad industrial y la descarbonización de sus productos a lo largo de su ciclo de vida, para alcanzar la neutralidad climática en 2050.