El consumo de cemento de Cataluña en el mes de agosto ha registrado una caída del 11,0%. Con esta cifra, el consumo acumulado del año móvil (últimos doce meses) se sitúa en el -2,9% y un volumen de 2,24 millones de toneladas, una cantidad baja para las inversiones en mantenimiento y nuevas infraestructuras que necesita el país para ser competitivo. Esta falta de inversiones tiene ya su reflejo en servicios que afectan a toda la ciudadanía como es, por ejemplo, la red de transporte público de cercanías.

La producción de cemento también se redujo en agosto un ligero 2,7%, mientras que en el último año cae un 4,4%, con un volumen de 3,15 millones de toneladas. Las exportaciones de cemento y clínker han sufrido en agosto una fuerte disminución del 32,7% respecto a 2022, lo que da lugar a que su volumen en el conjunto de los últimos doce meses se sitúe en 1,74 millones de toneladas ( -3,7%). En conclusión: todos los indicadores mensuales e interanuales de Producción, Consumo y Exportaciones presentan, pues, caídas.

Para el presidente de Ciment Català, Salvador Fernández Capo, la mala coyuntura económica del mercado por falta de inversión en obra pública “se suma a los retos derivados de los procesos de descarbonización que están desarrollando nuestras fábricas y con los que el sector del cemento en Cataluña está absolutamente comprometido para alcanzar la neutralidad climática en 2050”.

En este sentido, la patronal Ciment Català ha mantenido varias reuniones con las administraciones públicas para solicitar un apoyo más explícito y, sobre todo, inmediato. Fernández Capo pide que «sean más eficientes, en plazo, los trámites administrativos necesarios para la autorización de las medidas que reduzcan la huella de carbono y poder poner en marcha los procesos tecnológicos y las instalaciones de captura de CO2«. Al respecto, Ciment Català insiste en la importancia capital de estos procedimientos para poder cumplir el calendario de los objetivos planteados.