Después de 10 meses consecutivos de descenso (de abril de 2023 a enero de 2024), el mercado catalán del cemento ha frenado su caída este pasado febrero. Las 196 mil toneladas consumidas representan un incremento del 5,9% sobre el mismo mes de 2023, pero apenas atenúan mínimamente la contracción del mercado en el último año, que se ha reducido en un 9,1%. Por su parte, las ventas en los mercados exteriores se han desplomado y con una caída mensual del 32,1% sitúan el descenso de los últimos 12 meses en el 14,9%.

La atonía en la actividad de las fábricas catalanas es consecuencia del escaso dinamismo del sector de la construcción en su conjunto. Al conocido descenso en la edificación de viviendas de los últimos meses -frenado en parte por el encarecimiento de las hipotecas- se constata ahora la negativa tendencia que experimenta la construcción y mantenimiento de infraestructuras. Las últimas cifras de licitación de obra pública alertan de una tendencia negativa del -3,8% en la inversión del conjunto de las administraciones públicas, después de un cierre plano en 2023.

«Pero aún resulta más grave», explica Salvador Fernández Capo, presidente de la patronal Ciment Català, «la falta de ejecución de los concursos adjudicados. Hace poco hemos sabido que, en el primer semestre de 2023, la ejecución del presupuesto de inversiones del estado en Cataluña fue del 16% de lo previsto y el grado de cumplimiento al cierre del ejercicio de 2022 fue del 42,9%”. Para el presidente de la industria catalana del cemento, esta situación «constituye una amenaza a la competitividad de las infraestructuras del país», que necesita equipamientos de calidad y con la dimensión adecuada para afrontar los retos en ámbitos como el ciclo del agua, la energía o la movilidad, entre otros.