El esfuerzo y las inversiones de las fábricas de cemento catalanas para la protección del medio ambiente han conseguido, el 2018, una reducción de 93.000 toneladas en las emisiones de CO2. Este resultado confirma el acierto de las políticas medioambientales del sector, basado en la aplicación de los principios de la Economía Circular, y en la recuperación de residuos para ser valorizados materialmente (incorporados al producto final) y energéticamente (usados como combustible alternativo). La disminución de las emisiones equivale a un 3% de las de 2017.
El Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat, a través de la Oficina Catalana del Cambio Climático, ha validado los informes verificados de las emisiones de las instalaciones incluidas en la Ley que regula el régimen del comercio de derechos de emisión (RCDE) de los gases de efecto invernadero (GEI). En su conjunto, las 121 instalaciones incluidas en el RCDE han conseguido una reducción de 422.720 toneladas de CO2 -un 2,83% – respecto al año anterior. La reducción se ha producido por el descenso de dos sectores, el eléctrico y el cemento. La producción de electricidad ha obtenido la mayor bajada, reduciendo un total de 375.000 toneladas de CO2, gracias principalmente a que 2018 ha sido muy lluvioso, y esto tiene un efecto directo sobre la producción y emisiones del sector. El resto de sectores no ha tenido grandes variaciones y se mantienen en un escenario relativamente estable respecto a años anteriores.
En el Comunicado emitido por la Generalitat, que va acompañado de un extenso informe, se constata que del total de emisiones del sector industrial, un 81% se deben a la combustión, mientras que el otro 19% proviene de otros procesos , mayoritariamente de la descarbonatación de materias primas como la piedra caliza que se usa para fabricar cemento. La Generalitat remarca que «las emisiones derivadas de la combustión son las que tienen más capacidad para reducirse a corto y medio plazo, sea mejorando la eficiencia de los procesos, sea mediante la introducción gradual de combustibles alternativos con un contenido de carbono nulo o inferior a los fósiles». Una y otra estrategia son aplicadas con éxito por las fábricas de cemento en Cataluña, hasta el punto de que el año 2018 lograron ahorrar 224.276 toneladas del total de derechos de emisión de CO2 asignados por el RCDE.