El consumo de cemento en Cataluña durante el periodo julio de 2018 a junio de 2019 ha superado los 2 millones de toneladas -por primera vez desde 2012- y crece a una tasa anual del 9%. La mejora del mercado interior, en cualquier caso, resulta insuficiente para la consolidación de las empresas, que disponen de una capacidad productiva superior a los 7 millones de toneladas anuales y que, en paralelo, han visto como el último año las exportaciones se han reducido en un 16% hasta sumar sólo 2,2 millones de toneladas.
La recuperación de la industria catalana del cemento está absolutamente condicionada por la falta de inversión en infraestructuras. Aunque se constata un aumento de la licitación por parte de las administraciones públicas durante el primer semestre de 2019, el hecho de que se partía de volúmenes muy bajos y de que algunas de las obras previstas no se acaban ejecutando provoca un nivel de consumo de cemento per cápita un tercio inferior en Cataluña respecto de la media de la UE.
La situación del sector también está afectada por la pérdida de competitividad en los mercados exteriores, como consecuencia de los costes energéticos que tienen que soportar las empresas. El presidente de Ciment Català, Salvador Fernández Capo, recuerda que «nuestra industria paga el segundo precio más caro de toda Europa por la electricidad». Por el contrario, el uso de combustibles alternativos en Cataluña «apenas supera el 30%, cuando países medioambientalmente referentes como Alemania, Holanda, Suecia o Austria más que duplican esta tasa de sustitución de los combustibles fósiles».
La necesidad de ampliar tanto el catálogo de residuos que se pueden reaprovechar energéticamente como del volumen que se pone a disposición de las fábricas emerge como una solución de implantación necesaria para el mantenimiento de la industria catalana del cemento. Además, estas políticas de Economía Circular generan importantes contribuciones a la Sostenibilidad ambiental, tales como evitar el vertido de residuos, reducir la importación y consumo de combustibles no renovables y altamente contaminantes, favorecer el consumo de energía de proximidad, y reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera y, en consecuencia, contribuir a la lucha contra el Cambio Climático.