El consumo de cemento de Cataluña en el mes de febrero ha registrado una caída del 6%. Con esta cifra, el consumo acumulado del año aumenta un 0,2% situándose en 0,36 millones de toneladas, con lo que la tasa al año móvil se sitúa en el +3,8% y un volumen de 2,35 millones de toneladas, cantidad claramente insuficiente para realizar y mantener las obras públicas y la edificación que necesita el país. Las exportaciones de cemento y clínker registran un aumento en el conjunto del año del 6,9%, lo que hace que su volumen en el conjunto de los últimos doce meses se sitúe en 1,91 millones de toneladas (+9,9 %).
En este contexto, las expectativas de recuperación del sector se mantienen negativas para el conjunto de 2023. En opinión del presidente de la patronal Ciment Català, Salvador Fernández Capo, “seguimos sin una decidida acción de construcción y de mantenimiento de las infraestructuras por parte de las Administraciones Públicas”, lo que augura un nuevo año de dificultades. Sin embargo, la industria reafirma su compromiso por la descarbonización del sector, definida en la Hoja de ruta de la industria catalana del cemento para conseguir la neutralidad climática en 2050, con medidas específicas a lo largo de todo el ciclo de vida de los cementos y de sus productos derivados
Para alcanzar el objetivo final de una huella cero en carbono es clave para la industria del cemento la disponibilidad de combustibles alternativos, principalmente biomasa. «Es importante el incremento de tasas para verter residuos que favorezca el aprovechamiento material y energético de los residuos», explica el presidente de Ciment Català, ya que esto «daría impulso a nuestras prácticas de Economía Circular, que buscan la minimización del consumo de recursos materiales y energéticos para seguir luchando contra el Cambio Climático”. Esto contribuiría a que Cataluña cumpliera con los objetivos comunitarios de reducir el vertido, que es la etapa final y más negativa de la jerarquía de residuos.