Después de unos meses de crecimiento que le habían llevado a recuperar el nivel de antes de la pandemia, el consumo de cemento en Cataluña ha sufrido este pasado octubre un ligero retroceso (-1,3%, para un total de 188 mil toneladas) respecto al año anterior. Con este dato, la tasa del año móvil (últimos 12 meses) se sitúa en un 8,9% y 2,17 millones de toneladas. Producción, con un descenso del 6%, y sobre todo exportaciones, que caen un 47,3%, completan el cuadro estadístico correspondiente a octubre de 2021.

La atonía del mercado interior -con un consumo per cápita que es un tercio inferior a la media de la Unión Europea- se explica por la parálisis en la construcción de las infraestructuras pendientes en Cataluña, a la espera de que la aprobación de los presupuestos de los gobiernos catalán y español relance esta actividad. La recuperación económica del país requiere nuevas inversiones en obra civil, asociadas principalmente a la mejora de la movilidad de personas y mercancías y al desarrollo de infraestructuras relacionadas con la energía y el medio ambiente.

Por su parte, la fuerte caída de las ventas en mercados exteriores confirma la pérdida de competitividad de las fábricas catalanas por los elevadísimos precios de la electricidad (que casi triplican los presupuestos previstos) y los derechos de emisión de CO2. Estos factores encarecen el coste del producto, lo que no ocurre en otros países grandes productores de cemento de fuera de la UE que pueden situar cemento en los mercados internacionales a un coste muy inferior.

Precisamente, la neutralidad en carbono se ha convertido en la gran apuesta del sector catalán del cemento. La Hoja de ruta para conseguir la neutralidad climática en 2050 prevé una reducción completa de las emisiones de dióxido de carbono en 2050 a lo largo de su cadena de valor. Mediante el uso, entre otras muchas, de herramientas de la economía circular, como es el caso a corto plazo de la valorización material y energética (combustibles alternativos) de materiales que de otro modo irían a incineración o vertido, las fábricas de cemento catalanas reiteran su compromiso para la progresiva reducción de emisiones de CO2 y en avanzar en la línea de las decisiones gubernamentales acordadas en las cumbres del clima como la última en Glasgow (COP26).