Los últimos datos provisionales del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo confirman la tendencia negativa en los índices de actividad de la industria del cemento cuando se cumple el primer año bajo los efectos de la pandemia. El consumo se ha reducido otro 4% en febrero, y sitúa la tasa interanual con una caída del 10,2% (1,99 millones de toneladas). Esto provoca que sólo 1 de cada 2 toneladas de cemento producidas en Cataluña se vendan en el mercado catalán: la otra mitad de la producción se ha destinado a las exportaciones en los últimos 12 meses (1,99 millones de toneladas, también).

«Los costes de los derechos de emisión de CO2 se han duplicado en el último año, hasta superar los 40 euros por tonelada emitida, un coste muy relevante para el sector. En este sentido, celebramos que el Parlamento Europeo esté dando ya los primeros pasos, con la votación favorable del pasado miércoles, para la creación de un sistema de ajuste en frontera al CO2 para los productos importados desde terceros países que no tienen una agenda de descarbonización equivalente a la de la Comisión Europea. es una decisión imprescindible, no sólo para evitar la desaparición de la industria europea, sino también, y sobre todo, porque la tasa al carbono tenga una efectividad real sobre el medio ambiente», comenta Salvador Fernandez Capo, presidente de la patronal Ciment Català.

Por otra parte, la industria cementera reafirma su compromiso en la implantación progresiva de acciones de Economía Circular. El sector ha emprendido un ambicioso proyecto de reducción de las emisiones de CO2 con la publicación de la Hoja de ruta de la industria catalana del cemento para conseguir la neutralidad climática 2050. En esta estrategia destaca el aprovechamiento material y energético de residuos, un hito al que también los poderes públicos deben contribuir autorizando el uso de más cantidad y más variedad de combustibles alternativos en las fábricas catalanas.