A pesar de que las economías catalana y española encadenan 20 trimestres consecutivos de crecimiento, la recuperación sigue siendo muy escasa en la industria del cemento y, en general, en el conjunto del sector de la Construcción. Josep Ramon Fontana, Jefe del Departamento de Mercados del Instituto de Tecnología de la Construcción de Cataluña (ITeC), considera que además de los excesos cometidos durante la burbuja de principios de siglo, la crisis «ha dejado muy debilitado el sector en términos de reputación». Escándalos como los de las autopistas radiales de Madrid o la construcción de líneas de AVE en territorios sin demanda han provocado que «ningún programa político hable ahora de Construcción, se ha convertido en un tema tabú». Esto ha generado la paradoja de que «mientras que en todo el mundo civilizado la creación de infraestructuras se relaciona con el progreso económico, aquí no», asegura Fontana, que recuerda como las cuentas públicas se han hecho cuadrar a base de reducir la inversión en obra pública, basándose en la premisa de que «castigar al sector construcción se ha vuelto socialmente admisible».
Para el ITeC, las expectativas a corto plazo sólo presentan signos discretos de mejora. Durante los últimos meses ha sido la inversión por parte de los ayuntamientos la que ha sostenido la licitación de obra pública. «Pero en la primavera de 2019, con la celebración de las elecciones municipales, se habrá parado el motor que ha sido el salvavidas del sector durante los últimos 4 semestres», declara. La única esperanza es que la voluntad expresada por los gobiernos español y catalán genere un incremento de las licitaciones, aunque la ejecución de estos proyectos podría retrasarse debido a la situación económica y también por la posible convocatoria de elecciones. Fontana recuerda también que «las voluntades políticas de inversión están condicionadas por las disponibilidades presupuestarias vigiladas desde Bruselas» pero es tajante al afirmar que los gobiernos actuales tienen más presión social para invertir en pensiones, educación o sanidad que no «en la construcción de infraestructuras, que no es precisamente su prioridad».
Fontana sentencia que «la Construcción es la válvula reguladora de los presupuestos» de las administraciones públicas, ya que «la pueden ‘desenchufar’ sin que el país proteste». Esto explicaría, por ejemplo, el persistente fenómeno de la diferencia entre licitaciones y ejecuciones de obra pública: los gobiernos pueden ajustar sus cuentas parando obra en ejecución, aduciendo que hay problemas técnicos o administrativos. Y cita el caso de ADIF, que presenta unos niveles de litigio tan altos en sus proyectos de infraestructuras que incluso les destina una partida específica de sus presupuestos.
La falta de inversión en obra pública ha llevado a que el consumo de cemento esté prácticamente igual que un año atrás, y eso que se parte de unos niveles muy bajos tras la caída de un 80% del mercado en el período 2008 -2014. ¿Cómo se puede revertir, pues, esta situación si no se prevé ningún incremento en la licitación de nuevas infraestructuras? Según Fontana, una posible salida podría ser el volcado de recursos públicos a proyectos de mantenimiento de infraestructuras ya existentes. Y explica que «los mercados maduros se nutren del mantenimiento, tanto en ingeniería civil como en edificación. A escala europea, el 45% de la producción de ingeniería civil proviene del mantenimiento, mientras que en España no llega ni al 30%».
Por la parte del mercado residencial, el número de viviendas visadas en España el 2017 fue de unas 80.000, muy lejos de los 865.000 visados del pico de la burbuja en 2006. Hay mucho terreno para recuperar, pero Fontana no confía en que los avances sean muy significativos, dado que «la previsible subida de los tipos de interés hipotecarios puede allanar y estabilizar el crecimiento de este sector, situándolo en torno a las 100.000 viviendas / año». Habrá que ver si los llamados inversos especulativos, que se han vuelto «un componente significativo de la demanda de vivienda del país», continúan o no interesados en este tipo de activos, advirtiendo que podría pasar como las criptomonedas, que aparentemente han perdido mucho de su atractivo inicial.
Sobre el futuro a medio plazo, el representante del ITeC cree que sería ideal «llegar a un mercado estable y previsible, no sujeto ni a los vaivenes político-electorales ni a los de las preferencias de los inversores especulativos». En este sentido, considera que «la rehabilitación y el mantenimiento serán oportunidades de negocio y ayudarán a amortiguar los ciclos económicos, tal como ocurre en los grandes mercados del resto de Europa». Y concluye poniendo cifras a la recuperación del sector de la construcción: «ahora mismo representa el 8,6% del PIB del país, cuando la media europea es casi del 10%. Hay que recuperar como mínimo este tamaño de mercado, y luego aspirar a mantenerlo a largo plazo. Esto nos proporcionaría la estabilidad sectorial que envidiamos de los belgas, suizos o daneses”.