El compromiso por alcanzar una huella cero en carbono de la industria catalana del cemento se mantiene irrenunciable. En esta línea, será necesario avanzar en la Hoja de Ruta para conseguir la neutralidad climática, desarrollada en 2021, para adaptarla tanto a las mejoras ya alcanzadas por las instalaciones productivas del sector como para actualizarla de acuerdo con los objetivos más ambiciosos planteados en la UE. Las empresas agrupadas en Ciment Català tendrán que analizar las palancas para conseguir los objetivos de descarbonización del sector, que incluyen actuaciones de valorización material y energética y Economía Circular, innovaciones tecnológicas como la captura de CO2, mejoras de eficiencia o el uso de energía de fuentes renovables, entre otras.
En este sentido, es esencial el apoyo decidido de la administración en temas tan relevantes como son, entre otros, el uso de combustibles alternativos, en particular biomasa, en la fabricación de los cementos, la agilización de los trámites administrativos para hacer posible la captura eficiente del CO2, o la implementación de sistemas para su transporte y almacenamiento permanente. La Hoja de Ruta es un instrumento fundamental que demuestra que la descarbonización del cemento y sus derivados, productos insustituibles en una sociedad sostenible y circular, es posible para 2050 y da respuesta a los compromisos inalterables asumidos por la industria en la lucha contra el Cambio Climático.
Este proceso se produce en un contexto de mercado especialmente difícil, puesto que Cataluña acumula 7 meses consecutivos de descenso en el consumo de cemento. Así, en octubre se ha registrado una caída del 8,3%, que sitúa la variación interanual en un -5,2% y sólo 2,2 millones de toneladas consumidas. La atonía del mercado doméstico queda compensada por el aumento de las exportaciones que, si bien en octubre sufrieron un descenso del 42,5%, en el conjunto del último año crecen un 8,5% y alcanzan los 1, 8 millones de toneladas. Salvador Fernández Capo, presidente de la patronal Ciment Català afirma que la falta de inversión en obra pública «explica la caída del consumo de cemento en Cataluña» al tiempo que recuerda que el consumo per cápita (233 kg por habitante y año) «es uno de los más bajos de Europa, inferior en un 50% en la media de la UE”. Sin embargo, desvincula la apuesta del sector por la descarbonización del descenso de las ventas: “el compromiso con la neutralidad en carbono de las empresas catalanas fabricantes de cemento es absolutamente firme e independiente de la coyuntura del mercado”.