El consumo de cemento en Cataluña cerró 2017 con un incremento del 17% respecto al ejercicio anterior, alcanzando los 1,86 millones de toneladas. Este es el cuarto aumento anual consecutivo, que sucede a los 7 años de caídas previas (2008 a 2014), donde el uso del producto en territorio catalán se redujo desde 8,06 millones de toneladas hasta 1,46 millones, un descenso de casi el 82%.

La remontada, pues, si bien significativa en porcentaje, es muy escasa en valores absolutos, ya que queda un 77% por debajo de los máximos del año 2007. Los datos del último ejercicio son aún provisionales, ya que se han inferido del Barómetro del Cemento elaborado por el Departamento de Estudios de la patronal española Oficemen.

Entre las causas que explican la escasa recuperación del mercado del cemento en Cataluña destaca «la fuerte reducción de la inversión en obra pública», según el análisis de Salvador Fernández Capo, presidente de Ciment Català, especialmente la procedente del gobierno del Estado. Sólo la inversión privada, principalmente gracias a la remontada que experimenta la construcción de viviendas, ha permitido contrarrestar los 218 millones de euros invertidos por la administración central.

En todo 2017, el conjunto de la licitación pública (Estado, Generalitat y administraciones locales) se situó en 1.690 millones de euros, «una cifra muy alejada de los 3.750 millones de la media de los últimos 20 años, y de los 5.000 que se considera que necesita el país para disponer de infraestructuras que aseguren el bienestar de sus ciudadanos y la competitividad de su economía «, afirma Salvador Fernández.

Entre los datos más significativos que se pueden extraer del Barómetro figura la fuerte caída de las exportaciones, que en la estimación de cierre del año se dejaban un 18% respecto del año anterior. Esta actividad exportadora, crucial para las fábricas catalanas (ya que más de la mitad de la producción de clínker y de cemento se destina a los mercados exteriores) ha quedado lastrada durante 2017 por el elevado precio de la energía eléctrica para el sector industrial. «La industria soporta actualmente unos de los costes más elevados en Europa -hasta un 30% más caros-, un hecho que penaliza su competitividad exterior», concluye el presidente de Ciment Català.