La falta de inversión en obras públicas por parte de todas las administraciones frena el crecimiento de las ventas de cemento en Cataluña. Según los datos del Barómetro que gestiona Oficemen correspondientes a julio de 2018, la demanda en Cataluña ha aumentado un 1,5% en los últimos 12 meses, estimándose en casi 1,8 millones de toneladas. Aunque en julio el crecimiento fue de un 7,2% respecto del mismo mes de 2017, el comportamiento altamente irregular del mercado (con incrementos y caídas mensuales superiores al 20%) ha provocado que el consumo esté casi al mismo nivel que hace un año.

Tampoco el resto de magnitudes del sector presentan novedades destacables. La producción de cemento del último año ha crecido un 4,1% y roza los 3 millones de toneladas, pero si se toma como referencia el acumulado de 2018 (periodo enero-julio) encontramos un descenso del 8,8%. Peor son aún los datos sobre exportaciones, que en los últimos 12 meses han caído un 16,7%, con un total de 2,1 millones de toneladas.

La competitividad de las fábricas catalanas se ha visto lastrada en los últimos años por el incremento constante del precio de la energía eléctrica, en particular durante los últimos meses, y por la insuficiente disponibilidad de combustibles alternativos al coque de petróleo, que también se ha encarecido notablemente el 2018. Ahora, además, otro factor pone más presión a las empresas: el fuerte incremento del precio de los derechos de emisión de CO2.

A 31 de agosto, el mercado marcó el máximo histórico, con 21,1 € por tonelada de CO2 emitida. Justo un año atrás, el precio era de 5,9 € por tonelada. Este gran incremento del 358% dificulta aún más la exportación de cemento, ya que los costes de producción en Cataluña se han disparado. Conviene recordar que la emisión de CO2 por parte de las fábricas es imposible de evitar en casi 2/3 del total, ya que proviene del proceso de descarbonatación de la piedra caliza.